Celos, señales de inseguridad, de control y de peligro

«El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta»: Jacinto Benavente.

Sara Díez | AFmedios

Otelo, el moro de Venecia, de Shakespeare, es quizás el celoso más famoso de la historia. Su criado, Yago, movido por el odio que siente hacia él, lo convence con mentiras de que Desdémona, su amada esposa, le ha sido infiel con Casio, su más leal teniente. Aunque ella jamás lo engañó, y a pesar de amarla con pasión, Otelo está cegado por los celos y en un arranque acaba dando muerte a Desdémona. Después, al descubrir que todo ha sido un engaño del malvado Yago, se suicida.

sara_diez“Nueve años seguidos quisiera estarla matando”, fueron las palabras de Otelo cuando creyó que su amada lo había engañado… y sí, había que creerle, pues los celos son una alarma de cuidado que no discrimina sexo, edad, ni nacionalidad.

Los celos son tan antiguos como el ser humano, se dan tanto en hombres como en mujeres y pueden ocasionar grandes tragedias si no sabemos controlar nuestras emociones desde el principio. Las causas que los desatan son diversas, como la inseguridad en uno mismo, una autoestima baja, el afán de posesión, la desconfianza o la necesidad de acaparar toda la atención de la pareja y no conseguirlo.

¡¡Cuántas historias podemos contar sobre este tema!! Los celos, ¿qué mujer no los ha sentido en carne propia, quizás algunas veces con causa justificada, y otras, producto de nuestros miedos e inseguridades? Sin embargo, el otro lado de la moneda es igual de terrible, ¿qué mujer no los ha padecido como víctima de un hombre manipulador que demuestra, a través de ellos, la gran debilidad, inseguridad, su capacidad de control y hasta la violencia que puede ser capaz de desatar, muchas veces, por cosas que se imagina? ¡¡Puede resulta una experiencia aterradora!!

Por eso, es importante aclarar que una cosa es ser celoso y otra muy diferente encuadrarse en las filas de los celotípicos, por lo que debemos informarnos de las diferencias. Para empezar, debemos saber que los celos, según su intensidad y causa, pueden clasificarse en normales, justificados, infundados y patológicos (celotipia). La celotipia entra en una zona de riesgo muy alta, por lo que en esta ocasión nos referiremos a este tipo de celos en particular. Según datos estadísticos, los celos patológicos (incontrolados, compulsivos, delirantes y llevados a su máxima expresión) son causantes de violencia y, en muchos casos, con consecuencias lamentables.

Cuando los celos aparecen, la persona puede sentirse frustrada, no querida y rechazada, generando así una serie de sentimientos negativos. Pueden surgir debido a una infancia en la que la autoestima no fue cultivada, ya que quien crece con un auto concepto débil, difícilmente se considerará merecedor de amor y verá un rival en cualquier tercero que se acerque a su relación. El celoso, en el fondo, se considera malo, inapropiado, feo, torpe o inútil. De ahí el miedo a ser cambiado por otra persona. En resumen, los celosos son tan inseguros que creen que cualquiera es mejor que ellos.

Pero no solo eso, los celos suelen ser una manera de control que se pone en marcha ante el miedo a perder una figura de apego que brinda seguridad psicológica o emocional, de dependencia y a la que le damos un sentido de que nos pertenece. Esto sucede porque más que amar al otro, el celoso quiere poseerlo íntegramente, por lo que es mejor tener mucho cuidado, ya que ese tipo de celoso, por lo general, argumenta que no padece de celos, y dará otros nombres a lo que está sintiendo, tales como cuidado, respeto, atención, amor o preocupación por su pareja. Por lo tanto, la recomendación es: ¡ATENCIÓN A LAS SEÑALES DE ALERTA

Celos Patológicos (Celotipia):

Los celos patológicos aparecen cuando el sentimiento de infidelidad y abandono adquiere certeza interna, cuando uno se lo cree como verdad revelada y sabe que algo pasó. No es un sexto sentido ni una corazonada, es una fuerza interna enfermiza que grita desde la desconfianza y busca desesperadamente razones que comprueben el engaño.

En la celotipia ya no hay fuerza interior que detenga las oleadas de dolor y rabia. La persona es poseída por un personaje de ojos vidriosos, con sudoración y respiración agitada, que interroga y repasa los movimientos de la pareja, como un torturador profesional, hasta lograr confesiones falsas por agotamiento o miedo. El celoso patológico es obcecado. Está enfermo. Lo que hace no está justificado. Se convierte en un verdadero verdugo para la víctima de sus celos.

La celotipia es difícil de detectar por los comportamientos inestables que tienen los celosos:

Son detallistas, solidarios y sobre todo dependientes, esto hace que muchas mujeres los sufran pero que no estén dispuestas a dejarlos. Los celosos son muy inteligentes y saben identificar la tolerancia de su pareja. A cambio de amor, lo que vincula a los celosos es el control exagerado, expresado a través del miedo, la angustia y la rabia. La persona, víctima de un celoso, queda convertida en un objeto indispensable para su vida, en una posesión.

Los celos en extremos siempre constituyen una emoción desagradable, desgastante y devastadora para el que los padece. Se incorporan sentimientos de tristeza y ansiedad. Pueden implicar algún tipo de violencia que está asociada a pensamientos intrusivos persistentes y a veces obsesivos de infidelidad, engaño y traición por parte de la persona amada. Es una manera muy efectiva de hacerse daño con la persona que uno ama y también es una clara señal de alarma de que la pareja está enferma y necesita ayuda. Por todo esto, el celoso enfermo siente y piensa que hay una amenaza constante a cada momento. Este temor de perder a su pareja provoca pensamientos que pueden desencadenar emociones negativas y particularmente obsesivas, que llevan a indignaciones tales como:

• Espiar a la pareja
• esculcar sus pertenencias
• reciclar la basura
• hackear los correos electrónicos
• revisar los celulares a hurtadillas
• persecución de la víctima
• agredirla
• prohibirle cosas o actitudes
• reclamar su forma de vestir o sus amistades
• criticar sus horarios

Cuando los celos incontrolados y enfermizos se apoderan de alguien, toda la razón se desvanece. Lo que impera es su desesperación excesiva, enferma, por convertir cualquier situación en una gran posibilidad de perder aquello que cree que le pertenece.

Los celos patológicos no se basan en hechos reales, si no en la forma como el celoso interpreta tales hechos. El celoso parece estar constantemente en alerta, listo para obtener, al fin, la prueba de que sus sospechas estaban ciertas. Siempre está buscando algo que lo avale, que le dé la sensación, aunque sea la más temida y dolorosa, de que realmente estaba en lo cierto. Fantasías alucinantes, pensamientos devoradores, ideas locas e infundadas… ¡Ten cuidado, puede ser peligroso!!!

¿Qué hacer?

Si tú eres el celoso, haz todo lo que puedas para controlar las emociones negativas que te invaden, de ser necesario, busca ayuda profesional; fortalece tu autoestima, tu seguridad emocional depende de tí, no de tu pareja ni de su amor.

Si padeces a un celoso:

• Pregúntate cuál es el concepto de pareja que deseas, qué tanto es amor, dependencia o sumisión lo que padeces.

• Recuerda que el amor no puede con todo y menos con esta patología, lo que necesita tu pareja es ayuda profesional no un codependiente que le valide la enfermedad.

• Hazle saber sus límites y exige cambios. No te conformes con promesas, ni postergaciones.

• Si te valoras, no negocies con el respeto por tu vida ni con el de tu dignidad ni el de tu individualidad.

• No olvides que uno no se siente amado si no es digno de confianza.

• Pon una balanza entre lo que sufres a diario y el bienestar de tu relación. Si es necesario… ¡ALÉJATE CUANTO ANTES!

Mujer, no desperdicies tu energía ni te martirices. Los celos no deben ser enfermizos. Si eres celosa, aprende a confiar y a controlarte, pero su confirmas por casualidad que tus celos son justificados, entonces la decisión es tuya para continuar o no en una relación donde el engaño y la incertidumbre prevalecerán. Pero si eres víctima de un enfermo de celos…¡¡no esperes más, huye de su lado, podría ser peligroso!! Quien te ama, no te controla ni te vigila ni aplica estrategias de persecución. Exige que tu espacio y tu integridad emocional y física sean respetados, sobre todo, por quien dice amarte.

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Un abrazo!

Sara Díez – Crisálida Perenne

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Fuente: Mujer sin cadenas