Bañarse con los hijos… ¿Hasta cuándo?

¿Podemos bañarnos con nuestros hijos? ¿Está bien o mal? ¿Conviene o puede afectarlos? Muchos padres me hacen estas preguntas y nunca me resulta sencillo responderlas porque es una cuestión que tiene muchas aristas.

En primer lugar, veamos la cuestión socio-cultural: si viviéramos en un país como Noruega o Dinamarca diría rápidamente que sí, porque en esos países, y en cualquier otro en el que el desnudo sea lo habitual y no despierte sonrisas pícaras ni miradas avergonzadas, no habría ningún inconveniente en mostrarnos desnudos delante de los hijos o bañarnos juntos.

Nuestra sociedad, en cambio, es más pudorosa, y aunque nosotros podamos hacerlo durante los primeros años de vida de nuestros chicos, apenas ingresan al jardín de infantes se encuentran con otros que no tienen esa costumbre y para quienes el desnudo tiene un componente de prohibido, vegonzoso y, por momentos, tentador.

¡Y cuántas veces colaboramos con esa actitud! Cuando los retamos por circular desnudos o por querer desvestirse en la playa, por ejemplo, a chiquitos que todavía no han despertado al pudor, y los adultos los avergonzamos con esos comentarios y ya empezamos a meter en su cabeza ideas negativas sobre el desnudo.

Un segundo aspecto que quiero destacar antes de dar mi opinión es que los órganos genitales de los adultos quedan a la altura de los ojos de los chicos chiquitos y pueden resultarles un tanto… Imponentes.

Aclaradas estas cuestiones, creo que mostrarse desnudos o bañarse con los chiquitos no me parece un problema hasta la edad (a veces dos, otras tres o cuatro años) en que ellos empiezan a mirar la situación con otros ojos, ya sea por incomodidad, picardía, vergüenza, curiosidad excesiva, etc. Y pasaría un tiempo sin hacerlo entre los cinco y los seis años, porque a esa edad están muy interesados en el tema de las diferencias anatómicas y de la sexualidad, y prefiero que se enteren de esos temas charlando con sus padres y con un buen libros y no haciendo «trabajos prácticos» con hermanos o amigos, jugando al doctor o al papá y a la mamá, y sacándose la ropa para hacerlo.

El segundo motivo que podría pensar para dejar de bañarse con los hijos es que veamos a nuestro/a hijito/a con alguna señal de excitación que no corresponda a la edad. Quizás no tenga nada que ver con el tema de ver a sus padres desnudos pero es una de las medidas de cuidado que propongo para descartar ese origen.

En algún momento, sobre todo los varones, volverán a bañarse juntos en los vestuarios de colegios y clubes, algo que también a veces incomoda a algunos.

Más información: Maritchu Seitún. Psicóloga, es autora también de la colección «Cuentos para crecer«, integrada por libros con cuentos y  juegos para ayudar a los hijos a curar y elaborar. Ofrece talleres de apoyo y orientación en la crianza.