¿ERES DIGNA DE TU CONFIANZA?

Hay algunas personas en las que confías, y otras en las que no. ¿Y cuál es la razón? Es muy probable que, si lo piensas un momento, te des cuenta de que confías en aquellas personas que mantienen una concordancia entre sus palabras y su comportamiento; la persona digna de confianza suele ser aquella que mantiene su palabra, que cumple sus compromisos, aquella que, además de predicar, practica lo que predica. La pregunta es: ¿eres tú una de esas personas en las que se puede confiar? ¿Vives con integridad personal, o más bien practicas el innoble arte de traicionarte constantemente a ti misma?

Vivir con integridad implica comportarnos de acuerdo a nuestras convicciones, nuestras normas, nuestras creencias; significa que hay congruencia entre lo que digo y lo que hago. Como seres humanos, tenemos unos valores, unos principios, unos juicios sobre lo que está bien y lo que no; y cuando nos comportamos de una manera que entra en conflicto con lo que consideramos adecuado, se nos cae el alma a los pies. Es más, si esta conducta se convierte en habitual, empezamos a confiar menos en nosotras mismas, o incluso dejamos de confiar por completo. Y nuestra autoestima se resiente.

Los valores son esas cosas que todo el mundo sabe que existen, pero que siempre se olvidan”, anónimo

Debes tener muy clara una cosa: el hecho de traicionar tus propios valores es puro veneno para tu sentido del yo. Cada vez que dejas de cumplir una promesa, cada vez que estableces tus compromisos según tu conveniencia en cada momento, sin una intención seria de mantenerlos, cada vez que tratas a los demás con falsedad, manipulándolos y aprovechándote de ellos, cada vez que te comportas de una forma que no te parece respetable, el resultado es algo mucho peor que la desaprobación de los demás: te desapruebas a ti misma, te estás traicionando a ti misma.

¿Y por qué nos traicionamos las mujeres? En la mayoría de las ocasiones, la causa es nuestro temor a que alguien nos desapruebe; mentimos para seguir gustando a los demás: somos conciliadoras con personas a las que detestamos, no reconocemos que estamos enfadadas, evitamos decir a los demás que hacen cosas que nos molestan, vendemos nuestra alma con tal de tener éxito, … Y así, intentando evitar el sufrimiento de una censura exterior, nos provocamos un sufrimiento aún mayor; porque traicionarte supone una agresión a tu respeto hacia ti misma, implica socavar y contaminar tu propio sentido de la identidad. Cada vez que tus actos entran en conflicto con tus valores, es tu espíritu mismo el que se mancha.

El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo acaso más que para engañar a los otros”, Jaime Balmes

Siempre puedes autoengañarte diciéndote a ti misma que sólo tú lo sabes, que nadie nunca lo va a descubrir; como si el único juicio importante aquí fuera el de los demás. Lo cierto es que debes tener más temor a tu propio juicio que al juicio de cualquier otro, porque en el tribunal interior de tu mente, tu juicio es el único que cuenta. Tu ego, ese “yo” que ocupa el centro de tu consciencia, es el juez del que no hay escapatoria. Puedes evitar a los demás esa verdad incómoda acerca de ti, pero no puedes evitarte a ti misma.

A pesar de que conviene a nuestra autoestima, no siempre es fácil vivir de acuerdo a nuestras propias normas. ¿Qué ocurre cuando nuestro código de valores va en contra de nuestra naturaleza, de nuestras propias necesidades? Por ejemplo, determinadas enseñanzas derivadas de la práctica religiosa que condenan la sexualidad, el placer, el cuerpo, la ambición o el éxito material.

Tan pronto como percibimos que el seguir nuestras normas parece llevarnos a la autodestrucción, ha llegado el momento de poner en cuestión nuestras normas”, Nathaniel Branden

Ese cúmulo de valores lo heredamos inconscientemente de nuestros padres desde la más tierna infancia, cuando no estamos en condiciones de elegir. Y, cuando siendo ya adultas, no nos deja vivir en paz, la sola idea de desafiarlo generalmente nos aterra, bien porque creemos que supondría perder el cariño de nuestros progenitores, bien porque nos sentimos perdidas sin él, o bien porque nos da miedo crecer y empezar a pensar por nosotras mismas. Y solemos perder de vista que también puede suponer una gran liberación; empezar a vivir nuestra propia vida supone hacer acopio de valor para desafiar algunos de nuestros supuestos más profundos, y estar dispuestas a elegir y practicar nuestros valores, compromisos y prioridades más profundos, a pesar de todo.

Vivir con integridad requiere un alto nivel de consciencia, y una reconexión con tu mundo interior. Exige un alto grado de compromiso con la coherencia y con el maika_gonzalezrespeto por ti misma. Y supone elegir haciéndote responsable del impacto de tus decisiones sobre los demás, pero sin traicionarte a ti misma. Para que puedas ser esa mujer en la que tú puedes confiar, y en la que los demás también consideran que pueden depositar su confianza.

Y tú, ¿eres digna de tu propia confianza? ¿Te sigues traicionando a ti misma? ¿Has pensado que si lo que piensas, dices y haces coincide, te sentirás mucho más orgullosa de ti?

Un abrazo bien fuerte,

Maika