Solas

En los tiempos que vivimos, el uno parece ser el número maldito: el solitario, el incompleto, el insuficiente. Aún hoy prevalece una mentalidad de “arca de Noé”, esperando que la gente se empareje, como los zapatos o los calcetines.

Desde niños se nos enseña que, para transitar nuestra senda vital con serenidad y gozo, debemos hacerlo en compañía. La soledad se considera un estado no elegido e idealmente transitorio, a caballo entre la mala suerte y la incapacidad. Y así es como las personas que no tienen pareja llegan a vivir rodeadas por un halo de sospecha, prácticamente estigmatizadas.

Vivir sola no es lo mismo que estar sola, ni sentirse sola, ni ser una persona solitaria”, Carmen Alborch

Una vez más, las mujeres lo tenemos peor que los hombres. No podemos obviar que, aún a día de hoy, a un hombre soltero no se le juzga negativamente, mientras que de una mujer soltera siempre estamos más proclives a suponer que no ha podido conseguir un hombre con el que compartir su vida. Y sigamos con las suposiciones: la nuestra es una sociedad patriarcal que postula que la mujer sólo puede sentirse plena y feliz cuando tiene un hombre a su lado. La mujer sigue accediendo a su autorrealizaciónprincipalmente a través del compromiso en la pareja y la maternidad. Perfecto para las mujeres que voluntariamente así lo eligen, pero ¿qué ocurre con las que no lo eligen? ¿O con las que no se conforman con cualquier tipo de pareja? Las mujeres solas, consideradas socialmente como poco menos que bichos raros, o gozan de una autoconfianza excelente, o están condenadas a dudar de ellas mismas y a padecer, consecuentemente, baja autoestima.

Una mujer como yo no necesita el dinero de un hombre, ni el respeto al que se cree acreedora por llevar una alianza con una fecha por dentro. Pero una mujer como yo necesita, como cualquier simio, afecto y compañía”, Lucía Etxebarría

Tanto las mujeres solas que no buscan pareja, como aquellas que sí desearían encontrarla, sufren una enorme presión social para que se encaminen hacia estados más “convencionales”. Si tú eres una de ellas,  es muy probable que hayas tenido que aguantar la incomodidad que provocan preguntas indiscretas o bromas desagradables por parte de familiares y amigos, porque parece hasta normal entrometerse en la vida de una mujer sola. Por otro lado, no podemos olvidar la influencia de los medios de comunicación: es difícil no sentirse extraña por no tener pareja cuando las promesas de felicidad que nos vende la publicidad o ciertas series pasan obligatoriamente por ser dos, o más de dos. Nos venden que la mujer no nació para vivir sola, y nosotras todavía compramos el cuento.

La mujer sola, tan envidiada por su gran nivel de libertad personal como estigmatizada por su situación fuera de la “normalidad”, se ve en muchos casos obligada a justificarse y, sobre todo, llega a cuestionárselo todo. Se siente rara, sospecha que debe haber algo extraño o malo en ella, el miedo a la soledad se le va colando por todas las rendijas y, cuando se despista y baja la guardia, llega a la desesperante conclusión de que está incompleta, que es una fracasada o incluso que nadie la puede querer. Y la mujer independiente y activa que sólo quiere su propio espacio, y que aspira a vivir de acuerdo a sus propios valores, acaba convertida en una sombra llena de ansiedad e inseguridad, capaz de lanzarse a los brazos del primero que pase por tal de sentirse parte de la manada. Aventurarse a una relación por las razones equivocadas suele acabar generando rencor, más frustración, y aún másdudas sobre la propia capacidad para el amor. Y, además, el amor nunca te puede salvar de ti misma.

No te regales, no dejes que la soledad decida por ti”, Walter Riso

Tal y como yo lo veo, la mujer sola es un frágil y hermoso paraíso en medio de la multitud. Una mujer cuya identidad y sentido de la propia valía están basados en lo que es, y no en el hecho de si está en pareja o no. Es una mujer auténtica, que aprecia la soledad aunque no la busque. Una mujer que existe por derecho  propio, que hace lo que hace porque tiene sentido para ella. Es un ser completo que ha decidido romper estereotipos, iniciando la compleja andadura de buscar sus propias vías de realización y desarrollo personal en el seno de una sociedad que no la comprende. Es, en resumen, una mujer valiente que elige dejar de traicionarse y empezar a respetarse a sí misma. Y esa actitud no sólo no es digna de sospecha o rechazo, sino que es digna de todo el respeto y la admiración.

Si eres mujer y en tu vida eres una, busca el apoyo emocional que necesitas en esa familia extensa y elegida que son tus amigas y amigos. Aprovecha esa libertad que tú misma te concedes para ahondar en las riquezas que te puede aportar la soledad. Alcanza esos lugares luminosos que existen en tu interior. Y recuerda: tú eres completa y ya tienes todo lo que necesitas para cuidar de ti misma.

Y tú, ¿estás sola y te sientes sola? ¿Tienes miedo a que se te haga tarde para todo? ¿Eres consciente de la soledad mal entendida te puede llevar a iniciar relaciones nocivas para ti?

Un abrazo bien fuerte,

Maika

P.D.: Si quieres saber más sobre cómo aprender a respetarte a ti misma y a apreciar tu propia soledad, aquí vas a encontrar lo que necesitas.