Deja de ser amable y sé auténtica

¿Cuántas veces te descubres a ti misma diciendo o haciendo algo que realmente no quieres? ¿Cuántas veces te encuentras, de pronto, traicionándote a ti misma por “quedar bien”, por no “liarla”? Se trata de todas esas ocasiones en las que no te permites ser tú misma; no estás siendo auténtica, sólo estás siendo amable, diciendo o haciendo aquello que crees que los demás esperan de ti.

Esa pequeña pero constante autotraiciónte deja un regusto amargo, y supone un ataque directo a tu autoestima, porque estás falseando tu persona simplemente para agradar. Quizás los otros no lleguen a darse cuenta, pero tú no le puedes mentir a tu subconsciente.

Las mujeres tenemos una especial tendencia a renunciar a nuestra autoafirmación, sobre todo porque tradicionalmente se nos educa en la creencia de que es mejor amoldarse que hacerse valer, se nos educa en la duda de si nos van a seguir queriendo si expresamos todo nuestro potencial. Como seres sociales, necesitamos pertenecer a un grupo, y si dicha pertenencia es nuestra principal fuente de seguridad, la expresión de la autoestima puede llegar incluso a percibirse como una amenaza, porque significaría el rechazo y la expulsión. Pero lo cierto es que, para obtener el respeto de los demás, debemos empezar por respetarnos a nosotras mismas, practicando la autoafirmación.

No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que se es. Desde la infancia nos endilgan destinos ajenos”, Alejandro Jodorowsky

¿Qué significa exactamente eso de autoafirmarme? Significa estar dispuesta a defenderme a mí misma y respetarme en mis encuentros con los demás, significa no tener miedo a ser quien soy, significa no fingir que soy otra persona, desvirtuando mis valores, mis creencias o mis opiniones para ganar la aprobación de los demás. Se trata de vivir de una forma auténtica, de hablar y actuar desde mis convicciones y mis sentimientos más íntimos. Implica, en fin, permitir que los demás escuchen la música que suena en mi interior. Y tienes la ocasión de practicar en tu vida diaria, por ejemplo recomendando una película que te ha gustado, siendo sincera cuando te sientes enojada, expresando una opinión aun cuando sabes que tu interlocutor no la comparte, o preguntando directamente sin tener que fingir que ya lo sabes todo.

¿Y qué NO es autoafirmarse? Lo opuesto a la autoafirmación es confinarme a mí misma a un eterno segundo plano en el que todo lo que soy permanece oculto o frustrado para evitar el enfrentamiento con alguien con valores diferentes a los míos, para complacer, aplacar o manipular a alguien, o simplemente para estar “en buena relación” con alguien. Tampoco se trata de “pisar” los derechos de los demás, de ser hostil, abusiva o sarcástica. La autoafirmación debe practicarse de una manera inteligente, en función delcontexto: en ciertas ocasiones, respetar la diferencia no equivale a sacrificar nuestra autenticidad, sino simplemente a permanecer centrada en la realidad. En el entorno laboral, por ejemplo, no podemos expresar todas nuestras ideas, y tampoco es necesario hacerlo; a veces basta con un educado silencio para expresar nuestro desacuerdo. Lo importante es conocer lo que una piensa yseguir siendo auténtica.

Uno se es fiel a sí mismo y se basta”, Jean Anouilh

Autoafirmación tampoco es decir siempre “no”; vivir de forma auténtica no equivale a un enfrentamiento continuo, no se trata de ser agresiva o de ser una rebelde insensata. De hecho, no son las cosas de las que estamos en contra las que ponen a prueba nuestra autoafirmación, sino aquellas de las que estamos a favor. Se trata de saber a qué digo “sí”: se trata de saber cuáles son misvalores y tener el coraje de vivir mi vida de acuerdo con ellos, se trata aceptar el compromiso de que mi vida está en mis manos, se trata de entender que lo que yo quiero es importante para mí, se trata de decidirme a participar de mi propia vida de una vez por todas.

Y, como tú sabes bien, para todo esto se requiere valentía. Algunas mujeres vivimos y nos comportamos como si no tuviésemos derecho al espacio que ocupamos, simplemente porque tenemos miedo: vemos al otro como un juez de cuya aprobación depende nuestro propio bienestar, y parece que nunca hacemos lo suficiente para llegar a merecerla. Siempre ocupadas mendigando la aceptación ajena, no nos damos cuenta de que cada vez que no afirmamos nuestro ser, cada vez que no defendemos nuestros valores, causamos graves heridas a nuestro sentido de la identidad personal. Creemos que es el mundo el que nos daña, cuando en realidad lo hacemos nosotras mismas. Y entonces nos dejamos controlar por la ira: a fuerza de ser amables, disimulando nuestros auténtico sentimientos y necesidades, terminamos por explotar. Cuando la amabilidad no proviene del deseo profundo de dar, sino del miedo al rechazo o a la crítica, se convierte en una árida máscara que sofoca el sonido de la verdad, y podemos llegar a creer que este tipo de relaciones asépticas  y anémicas son verdaderas relaciones humanas. El verdadero encuentro tiene lugar entre los seres, no entre los roles

No confundamos lo que es natural con lo que es habitual”, Mahatma Gandhi

Para sentirnos cómodos en una relación necesitamos estar seguros de que si el otro dice sí, es que sí, y si dice que no, es que no; es agotador y frustrante tener que andar imaginando continuamente cuáles podrían ser sus motivos, sólo porque no confiamos en que pueda decir la verdad. Y amar al otro significa que lo acogemos con todo lo que es y lo que podría llegar a ser, con todo su potencial, su diversidad y su riqueza. Ser auténtica requiere agallas, igual que no existe ganancia sin riesgo; la decisión de reunir el coraje necesario para atravesar esa puerta es sólo tuya.

Y tú, ¿estás cansada de traicionarte a ti misma? ¿Ya no tienes muy claro quién eres o qué quieres? ¿Has pensado que los demás pueden incluso apreciar ese verdadero yo que te empeñas en ocultar?

Un abrazo bien fuerte,

Maika.