Todo lo que necesitás saber para congelar tus óvulos

Estudios publicados recientemente por revistas americanas y canadienses especializadas en fertilidad demostraron que existe en la población un bajo nivel de conciencia, aún en ámbitos universitarios, de los límites de la fertilidad humana y de la decreciente capacidad reproductiva de la mujer a partir de los 35 años, una problemática que no deja afuera a las mujeres.

Especialistas del Centro de Estudios en Genética y Reproducción (CEGYR)determinaron que el promedio de edad de las mujeres que realizan tratamientos va aumentando año a año, y que además se está dando en los últimos años un aumento significativo de los tratamientos de donación de óvulos.

El nuevo estilo de vida, los problemas vinculares y los aspectos económicos, entre otros, llevan a las nuevas generaciones a un cambio de la estructura de la familia. Es así que los hijos se postergan de una u otra manera. Esto trae aparejado, muchas veces, dificultades para lograr los embarazos, ya que la edad de la mujer puede afectar la fertilidad, aún con tratamientos de reproducción asistida. Lo mismo sucede con el hombre que también declina su fertilidad a partir de los 45 años, aunque esto es mucho menos marcado. Por lo tanto, congelar semen y embriones son prácticas cotidianas entre los tratamientos de  Reproducción Asistida para la búsqueda de un embarazo.

Sin duda, la calidad de los óvulos cambia con el paso del tiempo y esto se ve reflejado en los resultados: mientras que para las mujeres menores de 35 años las tasas de embarazo con Fecundación in Vitro son de alrededor del 40%, después de los 40 años bajan aproximadamente al 15 %, y pasados los 43 años la tasa de niño nacido es del 1%.

Esto nos muestra que la capacidad de una mujer para concebir empieza a disminuir a partir de los 35 años, luego se hace mas importante a los 38  y a partir de los 40 ya cae en forma abrupta. No solo la reserva ovárica es menor, sino que también va disminuyendo la calidad de los óvulos aumentando de esta manera los riesgos de infertilidad y aborto.

Congelar óvulos, para quién y cuándo

El congelamiento de óvulos comenzó sobre el final de los años 80, especialmente para situaciones relacionadas con la salud. Hoy es además utilizada por diversos grupos de mujeres como una manera de preservar su fertilidad hasta encontrar el momento oportuno.

La criopreservación de óvulos es una práctica que comenzó a realizarse a mujeres que padecían algún tipo de enfermedad que ponía en riesgo su fertilidad. Hoy además se utiliza en mujeres sanas que deciden congelar óvulos por motivos estrictamente personales. En ambos casos, la edad es fundamental y se sugiere que lo hagan antes de los 35 años, edad de la mujer en la que comienza a disminuir rápidamente la calidad ovocitaria.

 

¿Cómo detener el deterioro de los óvulos?

Congelar óvulos en la actualidad es la única alternativa viable para preservar la calidad ovocitaria para futuros embarazos. La vitrificación de óvulos pareciera ser el método más eficiente y seguro, tanto para la madre como el potencial hijo, para los casos de mujeres que necesitan postergar la maternidad por razones personales y/o profesionales. A través de esta técnica, la edad de la mujer deja de ser un factor angustiante para el logro del embarazo, siempre que no haya ninguna enfermedad.

Por lo general, el procedimiento incluye la estimulación ovárica de acuerdo a cada caso, para luego realizar la aspiración de los óvulos y detener así su envejecimiento en el laboratorio. Desde el 2005 la técnica que se utiliza para el congelado de óvulos es la vitrificación. Existe evidencia de que los resultados alcanzados en embarazos mediante esta técnica son bastante similares a los resultados alcanzados con óvulos frescos.

Es importante, entonces, concientizar a la población y más específicamente a la mujer, sobre este tema, para que tenga en cuenta la edad para tener un hijo o preservar su fertilidad,  ya que buscar tardíamente un embarazo es una dificultad  imposible de revertir, incluso con los tratamientos de alta complejidad.

Por el doctor Sergio Papier, director médico de CEGyR y presidente Comité Científico de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR).