Ciudad de México.- A un año de confinamiento a causa de la emergencia sanitaria por COVID-19, hemos aprendido a vivir en la nueva normalidad donde el cubrebocas, la sana distancia y los desinfectantes son una necesidad y obligación.

Más allá del proceso de adaptación y resiliencia a la nueva normalidad, debemos reconocer que, en el mejor de los casos existe un hartazgo, cansancio y aburrimiento provocado por el encierro en casa.

Sin embargo, no todas las personas tienen el privilegio del confinamiento, pues miles de mexicanos y mexicanas tienen que salir a las calles a trabajar y llevar el sustento a sus hogares.

Durante este año, padres y madres de familia han hecho un gran esfuerzo: primero por solventar los gastos familiares, ajustándose a los recortes salariales o buscando nuevas oportunidades en los casos de pérdida de empleo; segundo por costear la canasta básica que va a la alza; tercero por el trabajo de cuidados de hijas e hijos, o de personas que requieren de estos y que recaen, principalmente, en las mujeres; y quinto, por protegerse del virus para no llevarlo a casa, tomando todas las medidas de sanidad.

Durante esta pandemia, además de lo ya mencionado, se han detectado y hecho más visibles, problemas que padres y madres de familia afrontan, por lo que Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín, nos los comparte:

  • Aumento de gastos. Desde el confinamiento las familias mexicanas permanecen todo el tiempo en casa y como consecuencia están gastando más en servicios. De acuerdo con el INEGI en noviembre de 2020 el gasto realizado en los hogares mexicanos para la adquisición de bienes y servicios de consumo aumentó un 3 por ciento en comparación con el mes anterior inmediato, sumando seis meses consecutivos de crecimiento.
  • Tareas de cuidado. Ante el cierre de centros de trabajo y de cuidado infantil como guarderías y escuelas, padre, madres y tutores comparten espacio laboral con la familia, una labor complicada. De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres, en -al menos- un cuarto de los hogares del país hay una persona menor de 6 años; asimismo, la suspensión de clases provocó que 25.5 millones de personas en edad de ser cuidadas por una persona adulta se queden en sus hogares durante el confinamiento.

“Diariamente, madres y padres trabajadores sortean el cuidado de los hijos entre videollamadas y pendientes del trabajo, además de apoyarlos con las tareas escolares, clases virtuales, sumado a los quehaceres domésticos cotidianos”, afirma Zamorano.

De acuerdo con ONU Mujeres, a nivel mundial el 56 por ciento de las mujeres y 51 por ciento de los hombres incrementaron el tiempo que dedican a tareas de cuidado no remuneradas.

  • Estrés. “Los altos niveles de estrés y ansiedad a causa del confinamiento es una realidad, así lo demuestran diversos estudios”. La Organización Mundial de la Salud ha reportado que algunos países han registrado altas tasas de síntomas de ansiedad (6 a 51 por ciento), de depresión (15 a 48 por ciento), trastorno de estrés postraumático (7 a 54 por ciento) y sufrimiento psicológico no específico (34 a 38 por ciento).

“Estos síntomas no solo se presentan en adultos, sino que pueden afectar directamente a los niños y niñas”, afirma Aideé Zamorano, de acuerdo con la Encuesta de hogares ENCOVID19 Infancia realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la pandemia está afectando negativamente todos los aspectos de las vidas de niñas, niños y adolescentes en México, particularmente en el caso de los más pobres.

Entre abril y julio, más del 30 por ciento de la población mayor de 18 años presentó síntomas severos de ansiedad según los resultados de la encuesta, pero el porcentaje de personas con síntomas severos es mayor en los hogares con dos o más infantes, frente a los hogares sin niñas o niños: 35 versus 27 por ciento.

  • Desigualdades laborales por razones de género. De acuerdo con un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal), la crisis ocasionada por la pandemia ha tenido un efecto adverso en la participación laboral de las mujeres, cayendo a 46 por ciento, después de situarse en 52 por ciento en 2019; mientras que la participación de hombres descendió al 69 por ciento en 2020 frente al 73.6 por ciento en el año anterior.

“Ante la urgencia de conseguir un empleo para solventar los gastos del hogar, muchas madres trabajadoras han aceptado trabajos mal pagados, jornadas de medio tiempo, incluso algunas más han abandonado o pausado su carrera profesional para dedicar más tiempo al cuidado de sus hijos e hijas, pues con el cierre de las guarderías y escuelas, no tienen otra opción”, comenta la fundadora de Mamá Godín.

Las mujeres se enfrentan con trabajos rígidos, con poca flexibilidad de horario y en algunos casos con el home office tienen que estar disponibles 24/7.

Zamorano señala que las empresas deben reconocer todos los desafíos que sortean las madres trabajadoras y actuar activamente para que sus colaboradoras puedan continuar con su desarrollo profesional.

Por otro lado, recordó que la situación en la que nos encontramos no es tarea fácil, pero sí se puede encontrar el equilibrio entre trabajo, familia y hogar, siempre y cuando las condiciones sean favorables.

“La pandemia recrudeció las desigualdades entre mujeres y hombres, retrocediendo la participación laboral de las mujeres y haciendo más visible, entre otras desigualdades, la brecha salarial. Al brindar mayores oportunidades laborales para las mujeres, repuntará más rápido el crecimiento económico del país”. BP